Un método no surge de la nada, sino que es la suma superadora de muchos conocimientos anteriores. En mi caso, la Terapia Vital empezó a fraguarse cuando escribí mi primer libro El cambio psicológico publicado en 1988, donde integraba, de manera selectiva y subjetiva, parte de los modelos terapéuticos de Sigmund Freud y Carl R. Rogers a los que yo consideraba entonces y sigo considerando ahora, los grandes inspiradores de mi método. Después con los años, y a partir de esa sólida base, fui incorporando componentes teórico-prácticos de los métodos de intervención de Eric Berne, Alfred Adler y Viktor E. Frankl, hasta que en el año 2004 la Terapia Vital quedó formalmente constituida y registrada como tal.

En definitiva, es a partir de las enseñanzas de esos cinco importantes referentes y de mi propia experiencia clínica y docente -adecuadamente reflexionada- como se configuró y sigue evolucionando la Terapia Vital, a la que singularicé con ese nombre para enfatizar la idea de que las personas pueden ayudarse a sí mismas y que esa capacidad se activa cuando sienten la necesidad de resolver sus conflictos. Por eso, suelo decir que en la vida los buenos momentos son para disfrutarlos y los malos para aprender.

De hecho, el método es un programa de aplicación individual y colectiva de esa idea-fuerza y a través de él las personas aprenden a utilizar su potencial psicológico al servicio de la resolución de sus encrucijadas vitales. Por esa razón, mi modelo de intervención resulta especialmente indicado para quienes deseen convertirse en agentes fundamentales de su propio cambio y en los principales facilitadores de su felicidad.

Para una información más detallada de las principales herramientas terapéuticas del método y de la forma de aplicarlas pueden leer El secreto de la autoestima y Tus 4 poderes o ponerse en contacto con nosotros.